La tarima del lobby del Centro Comercial San Ignacio luce sola, vacía, lejana. Tiene una guardia que la cuida, que está atento y que en voz baja te invita a usar los banquitos que están más allá si por casualidad se te ocurrió sentarte en ese suelo inmaculado a esperar a tu novia o tu mamá. Desde hace semanas ya no se ven los adolescentes con pintas punks y cortes emo que llenaban esa especie de plazoleta donde se practicaba el ritual del encuentro y la tertulia quinceañera. Por cierto ¿A dónde se fueron? Pero es que ni una viejita cansada de andar por el centro comercial puede optar por relajarse en el atrio, de inmediato llega el hombre a desalojar y a sugerir que se sienten en las sillas de allá, que son como tres y que siempre están full. Los guardias no saben si los chicos que se le pasaban allí escupieron en el piso o botaron basura o si hicieron o no algo que acarreara la consecuencia de la suspensión. No saben que pasó, sólo saben que en ese lugar no está permitido descansar, charlar o esperar. Se acabó el recreo en el Centro San Ignacio -sd
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